Gottfried von çstrassburg: Tristán e Isolda (h. 1210) |
En la Italia de finales
del Medievo se amaba de manera diferente a la que se estilaba en la
Francia del antiguo Régimen, así como el amor en la Inglaterra
decimonónica era otro que el de la Europa postmoderna.
Hasta el renacimiento, el
amor fue el concepto de un ideal. Se amaba a la mujer como plena
encarnación de la virtud y la belleza. Las fuentes literarias más
conocidas de esta adoración son los sonetos de los grandes poetas
italianos. (Dante y Petrarca). Ambos escribieron versos de amor a dos
jóvenes mujeres en el siglo XIV: Dante idolatraba a una mujer
llamada Beatriz y Petrarca, a una de nombre Laura. Ambas eran
idealizaciones de dos mujeres que realmente existieron y con las
cuales los poetas tuvieron un breve encuentro en su vida. Beatriz
Portinari, de nueve años, era la hija de una familia acaudalada de
Florencia a la que Dante probablemente contempló de lejos en dos
ocasiones. Petrarca vio a su Laura por vez primera en una iglesia en
Aviñón el 6 de abril de 1327, pero nadie ha podido averiguar de
quién se trataba. Estos fugaces encuentros bastaron para que la
fantasía de los poetas creara dos de las figureas femeninas más
conocidas de la literatura occidental. Tanto Beatriz como Laura se
casaron posteriormente con otros hombres, pero nada estaba más lejos
de la intención de Dante y de Petrarca que acercarse físicamente a
sus amadas. Beatriz y Laura eran perfectas -y precisamente por eso
inalcanzables e intocables-. El hecho de que ambas mujeres murieran
muy jóvenes en la realidad no redundó precisamente en perjuicio de
sus enaltecimiento. Muertas, Beatriz y Laura encarnaban la
perfección.
En la época de
Shakespeare, en el Renacimiento, el amor se consideraba una
enfermedad de la que uno podía recuperarse o a la que se podía
sucumbir. La asimilación del sentimiento amoroso a una dolencia es
originaria de la Antigüedad. Así se ponía de manifiesto que el
amor es un estado extraordinario que requiere un tratamiento
singular. En el Renacimiento, la pasión amorosa se juzgó como una
manifestación de la primera enfermedad de la civilización europea:
la melancolía.
Transcurrieron varios
siglos hasta que se produjo la democratización del amor. Las grandes
parejas clásicas de la cultura europea pertenecían a la alta
nobleza. Si en la literatura popular del Renacimiento aparecía una
pareja de origen humilde (también en el caso de personajes
secundarios de Shakespeare) se trataba siempre de los enamorados que
protagonizaban el episodio cómico. Esto demostraba que el amor era
un asunto complicado de aprender y que sólo podían manejar aquellos
que hubiesen disfrutado de una educación cultivada. Fue necesaria la
Ilustración, en el siglo XVIII , para que se impusiera la noción de
que el amor no es sólo una cuestión de las clases más favorecidas
sino una cualidad interior para la que están capacitados todos los
seres humanos.
Choderlos de Laclos, Las amistades peligrosas (1782) |
En el ámbito de la nobleza europea de los siglos XVI y XVII se daban por supuestas las aventuras extra matrimoniales. Valían tanto para los hombres como para las mujeres. El amor consistía esencialmente en seducir y ser seducido, y requería discreción, táctica y muchas habilidades retóricas. En el siglo XVII nadie se hubiera incomodado ante la afirmación de que el amor era una convención social. El amor galante fue un exquisito juego de sociedad en el que hubo expertos : los libertinos y las coquetas. (Choderlos de Laclos)
porque hay amor es un pensamiento muy moderno que procede, como casi todas las invenciones modernas, de Inglaterra. Esta nueva manera de concebir el sentimiento amoroso es fundamentalmente, una maravillosa creación de las clases medias burguesas. Lo decisivo pasa a ser que el amor romántico se basa en el sentimiento. Este hecho modifica radicalmente los motivos del amor: uno no es amado solamente por ser bello, rico, noble o estar disponible, sino porque uno es precisamente como es. Se ama al otro como ser completo, incluyendo también sus defectos (que pueden ser modificados en caso de extrema necesidad). De ahí que sea posible atribuir al amor ciertas expectativas de permanencia. Sólo a partir de este concepto puede considerarse al amor como base de un matrimonio o relación duradera. (Jane Austen)
La atribución de cierta durabilidad al amor es una noción bastante nueva dentro de la cultura europea. comenzar una relación de pareja con la esperanza de que sea duradera
Jane Austen (1813) |
El amor romántico es el modelo que goza en la actualidad de mayor aceptación. Pero todo está permitido: el que así lo desee puede practicar la abstinencia durante años e idolatrar de lejos a inalcanzables estrellas del pop, o puede adoptar dramáticas poses y pretender estar de continuo a punto de fallecer de amor, o puede coleccionar conquista tras conquista tal como era costumbre entre los aristócratas de la corte de Luis XV.
Libros. Todo lo que hay que saber: Christiane Zschirnt.
Ed. Taurus
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